La revista AD visita la casa que Patrick Dempsey tiene en Malibú

En Malibú, una de las primeras casas de Frank Gehry, es adaptada por el actor Patrick Dempsey y su esposa Jillian, como el recinto de una familia vibrante y acogedora.

Hoy es el hogar cálido y artísticamente decorado que el actor Patrick Dempsey y su esposa, Jillian, una artista del maquillaje y del diseño de la joyería, comparten con sus tres hijos, su hija Talula, de 12 años, y los gemelos de siete, Darby y Sullivan. Pero en 1968, cuando Frank Gehry comenzó a trabajar en un estudio y residencia de Malibú, en California, para el artista Ron Davis, el arquitecto aún era un valor atípico, apenas comenzaban sus revolucionarios experimentos con formas y materiales. Casi medio siglo después, Gehry ha ganado virtualmente todos los honores que ofrece su profesión.

“Estábamos buscando un poco de tierra y espacio, y una casa con cierta importancia arquitectónica”, la estrella de Grey’s Anatomy recuerda su búsqueda de un nuevo hogar cinco años atrás. “Me atrajo la simplicidad del exterior, y el interior daba una sensación de amplitud y tranquilidad”.

Por supuesto, la metamorfosis de la estructura de un taller bohemio a un domicilio familiar no ocurrió de un día para el otro. Cuando los Dempsey descubrieron la casa de Gehry, la fachada y la planta de la construcción estaban casi totalmente intactas, pero los interiores habían sido renovados, y el terreno de casi dos hectáreas había sido modificado por los propietarios anteriores, los empresarios de spa Sue y Alex Glasscock, quienes colaboraron con el decorador Michael Lee y el paisajista Scott Shrader.

Hace una década, cuando Shrader comenzó a reimaginar el terreno para los Glasscock, el paisaje era una “joya en bruto, un verdadero desastre”, recuerda el diseñador. Los aproximadamente 450 metros habitables —que los Glasscock apodaron “Tin House” (la casa de estaño), un nombre que grabaron en letras de molde junto a la puerta principal—, fueron construidos sobre una parcela de tierra sin desarrollar, con un camino de asfalto y sin espacios adecuados para disfrutar al aire libre.

Para tener intimidad y que los espacios fueran habitables, muchos de los cuales están divididos por paredes parciales, los Dempsey recurrieron a Estee Stanley, una decoradora y estilista de moda que había diseñado su residencia anterior. Para contrastar los tonos melosos y la textura terrosa del suelo (que se asemeja a una madera de granero barnizada pero en realidad está hecha de andamios reutilizados), Stanley trajo numerosas antigüedades y objetos vintage ricos en pátina, así como muebles hechos a la medida, y organizó cada elemento decorativo y mobiliario para concebir sitios funcionales y atmósferas ideales para el descanso y la relajación.

Al ingresar a la residencia, pasando la puerta principal, una escultura de luz de Irwin crea un particular y apropiado gesto de bienvenida al mundo de los Dempsey, lleno de maravillas tanto naturales como hechas por el hombre. “La obra de Irwin aparece y arde cuando la enciendes, y los niveles de luz cambian constantemente, así que sientes que estás teniendo un diálogo con ella. Es como la propia morada, la cual truena y cruje a lo largo del día según los cambios de temperatura, como si te estuviera hablando. En realidad todo el lugar es una obra de arte”, finalizó Patrick Dempsey.